¿DEBE EL ESTADO REGULAR LOS PROGRAMAS DE TV?
Hoy, como casi toda la semana, tuve que saborear mi almuerzo en el restaurante viendo el programa que conduce Maju Mantilla en el canal 4, viendo al señor de nombre Andy V y a otras personas sin oficio conocido que sin embargo son constantemente promocionados por los canales de televisión de señal abierta en nuestro país.
En estos tiempos un artista ya no es un pintor, un escritor, un cantante, un actor, un músico, o incluso un cómico (pero de los buenos) que se muestre a través de la pantalla de televisión con el fin de enseñar y entretener sanamente a la población. En estos tiempos esos artistas ya no dan rating y por lo tanto no dan plata.
Se ha cambiado completamente la definición de lo que es un artista.
Bajo la excusa de ser modelos se brinda espacios televisivos a un montón de gente que lo único que hacen es devorarse poco a poco nuestro nivel cultural.
La programación cultural, turística, gastronómica, histórica, cívica no está en los planes de los canales peruanos.
Somos el país con el más bajo nivel de comprensión lectora sin embargo pocas medidas se toman al respecto desde la perspectiva de los medios de comunicación, y esto es muy importante mencionarlo porque todo canal utiliza las ondas electromagnéticas de nuestro espacio y eso es propiedad intangible de nuestra nación, y es lamentable cuando no se le dé el fin correcto.
Lamentablemente en el Perú son los propios canales de televisión los que “regulan” su programación y si alguien es juez y parte a la vez difícilmente tendremos una mejora en la calidad de programación que ayudaría a cultivar en los ciudadanos el interés por el arte, por la historia o por las ciencias.
Si por un lado exigimos a los colegios que brinden una alta calidad educativa a nuestros estudiantes, pero por otro lado permitimos que los canales impongan una programación perjudicial para nuestros niños, las cosas se ponen más difíciles.
La televisión es un medio que ha sido creado con el fin de ayudar al conocimiento y en la actualidad eso es lo que menos hace.
Cuando hablamos de regulación se prenden las alarmas de los grupos de poder en nuestro país, no les gusta que nadie se entrometa en sus cosas bajo el mal concepto manejado de libertad de expresión.
Libertad de expresión es exponer nuestras ideas sin que nadie nos pueda prohibir o castigar por pensar diferente, pero no puede haber libertad para poner cualquier cosa en la programación.
Si hay alguien que debe comprometerse con este problema es el propio Estado; no puede lavarse las manos y dejar que día tras días sigan proliferando programas como del señor Carlos Cacho, o como los programas de la tarde de Frecuencia Latina.
La regulación debe hacerla el Estado o en su defecto crear un Consejo independiente como ya lo hay en varios países.
Y que no se pretenda decir que esto es atentar contra la libertad de los medios, ya suficiente es que cada medio diga como mejor le parece las noticias del día a día perdiendo aquello que debería ser esencial en el periodismo: la objetividad.
Como ciudadano espero que el Estado pueda asumir su responsabilidad con la programación de nuestra televisión y de la calidad de la misma, mientras tanto seguramente mañana en el almuerzo tendré que apreciar a uno de los tantos nuevos desconocidos que son ofertados por los canales.